RJC, angelitos paramilitares


Las narrativas políticas no son simples descripciones, son la expresión ideológica que representa la concepción que tienen del tiempo, la coyuntura, los hechos, los actores políticos.

La derrota de la dictadura militar en el siglo pasado por la movilización popular-obrero- campesina, la institucionalización de la democracia liberal republicana como forma de gobierno, desplazaron del escenario político a la extrema derecha (ED).

El tiempo del resurgimiento de esta corriente política e ideológica está entre la crisis del sistema político, el triunfo electoral de lo nacional popular y la presidencia de un líder indígena antiimperialista y anticolonial. La triada que articula a la ED es: regionalismo, racismo y religión, el núcleo político público es el corporativismo empresarial cívico manifestado en el Comité Cívico pro Santa Cruz, la Unión Juvenil Cruceñista y la Nación Camba. Los exponentes de ese tránsito a la extrema derecha son Marinkovic, Camacho, Calvo y Valverde.

La articulación e interdependencia de esta triada validó, legitimó y bendijo todos los actos de la violencia impulsada desde 2006, en el golpe de Estado y durante el gobierno de facto, al extremo que después de ser derrotados democráticamente en 2020, grupos urbanos de clase media, de rodillas y orando fueron a las puertas de los cuarteles a implorar a los militares que tomen el gobierno violentamente para impedir que vuelva lo nacional popular a dirigir el país.

Se está desarrollando un proceso penal contra los líderes de la RJC, la respuesta de Camacho- Creemos a través de un comunicado es santificar y justificar a la Resistencia Juvenil Cochala: "La RJC fue parte de la movilización nacional democrática contra el fraude del MAS. No es responsable de ningún delito y más bien ayudó a parar el fraude masista y a resguardar la democracia". Amparo Carvajal, presidenta de la APDH-B, expresó a la RJC: "Jóvenes queridos, para mí son una resistencia necesaria"; estas afirmaciones sintetizan la identidad de la "lucha política" para la ED.

Pero, para no ingresar en las narrativas propias de la ED, recurriremos al Informe sobre los hechos del 2019 del GIEI-CIDH en la página 54: "La RJC se organizó desde el principio de los bloqueos y adquirió importante protagonismo en diversos enfrentamientos, como un grupo de choque que se autoasignó la misión de proteger primero los bloqueos y luego la ciudad. Se movilizaban de a dos en motocicletas, una persona conduciendo y otra con una bazuca artesanal, petardos u otros artefactos explosivos, imitando tácticas policiales para enfrentar y disolver de manera violenta marchas de adeptos al MAS. Llegaron a constituir grupos con centenas de motos y, paulatinamente, asumieron tareas parapoliciales, como el patrullaje en las calles de la ciudad, especialmente durante el motín policial. La RJC adoptó una estrategia de intimidación y agresión a personas identificadas como 'masistas', incluso a mujeres de pollera".

Para la ED, los de la RJC son ciudadanos angelicales, pero el informe del GIEI, que reconstruyó los escenarios en función a investigación de campo y cientos de entrevistas, describe a la RJC como grupo de choque, su desplazamiento en motocicletas es armado, sus acciones son parapoliciales, es decir, para el principal organismo de DDHH del continente la RJC es un grupo paramilitar.

El vínculo con el narcotráfico y otros delitos de los líderes de la RJC es dramático: dos vinculados con narcotráfico, uno fue condenado a 10 años de cárcel, el segundo fue detenido en posesión de cocaína y armas, un tercero fue condenado a 12 años y seis meses por participar en el triple apuñalamiento a un periodista en Cochabamba.

La relación directa entre la RJC y autoridades del golpe era muy evidente, la Defensoría del Pueblo denunció a 16 miembros de la RJC por violar derechos humanos; sus abogados defensores fueron Javier Issa y Tito Barbosa, que en el gobierno de facto ejercieron los cargos de viceministro y director jurídico del Ministerio de Gobierno.

En síntesis, la RJC es el grupo parapolicial con vínculos directos con el narcotráfico, el gobierno de facto y hoy para la ED son presos políticos.

No es casual esta conducta de la ED en nuestro país, Trump, Bolsonaro, Duque en Colombia, Vox en España, Le Pen en Francia, Zelenski en Ucrania, el político argentino Javier Milei, son realidades políticas en el mundo que disponen de infraestructura partidaria, mediática, empresarial, eclesial, incluso paramilitar para imponer sus temáticas anti derechos humanos en las agendas políticas.

La estrategia de la ED es retroceder a los tiempos inquisitorios y dictatoriales, apropiándose discursivamente de la democracia con formas, métodos, acciones y desplazamientos propios del fascismo.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.