"... recuerdo, por lo demás, las añoranzas de mi padre por Buenos Aires: ¡la gran ciudad! De su pasión por el tango, por Gardel, "el Zorzal criollo" que ─no duda en afirmarlo─ cada día canta mejor. "¡Sí no hay, ni habrá, otro que entone como él!" Y, el baile del tango, donde la mujer seduce y el varón conduce en un ritmo sobrio y acompasado.
Pensando en tangos, como no rememorar "La mañana tanguera de Dante Flor"; programa radial de Emisoras Unidas, que los domingos acompañaba el quehacer familiar. Su conductor de voz ronca, poética y rebuscadamente porteña, presentaba las melodías requeridas. Piezas musicales, al compás del dos por cuatro, que él no podía dejar de disponer "al toque" en su discoteca, "¿viste?". Acompasados tangos arrabaleros de impetuosas letras que, a fuerza de oírlos, andan por ahí, grabados en mi memoria.
Y, en su trabajo en Abendroth, con los gringos alemanes. Su responsabilidad como apoderado. De las importaciones, los productos químicos, del sector de perfumería, de Tabac Original; su colonia, la fragancia de sus jabones. De la contabilidad a su cargo, los balances, los cierres de gestión. De su muy clara y terminante diferenciación entre el trabajo y rendimiento con el ocio o las diversiones, como equilibrio en su vivir.
De los juegos de pelota de mano, de sus palmas curtidas por el impacto de las bolas de hilo entreverado, que parecen piedras. Del Marabú, allí en la calle Ballivián, y el cacho, y los dados; la "Generala", la "Tripleta", el azar y el anotar bien. Del Chuflay , con singani San Pedro.
De lo diestro para el billar: con el taco a dos, a tres bandas. Un preciso golpe y su bola que toca la roja y, lentamente, a través de una banda, acaricia la otra blanca. Y, con exacto efecto, un nuevo y suave golpe de taco… y a la roja y a una banda y a la otra y… a la distinta blanca. ¡Maestría y cálculo perfectos! En una sola entrada hacía siete, nueve, ¡hasta doce carambolas! Tomándose su tiempo, con paciencia, poniendo tiza, pitando su pucho, midiendo distancias con clase… evaluando efectos. No en vano fue un campeón en sus años mozos.
La infaltable Grundig en su mesa de noche, con bandas de onda corta para captar noticias y sucesos deportivos en el mundo. Radio Balmaceda de Chile, La Voz de los Estados Unidos de América, la BBC de Londres, la Deutsche Welle, entre sus preferidas. Lo bien informado que, por lo tanto, está. Las transmisiones, a veces apenas audibles, como vínculo cotidiano con el exterior. Y algunos programas nacionales como "De Domingo a Domingo", con Raúl Salmón y Cucho Vargas, por Nueva América; resumen noticioso semanal completo y ágil. Y, cotidianamente, "Enfoques", con "el enfoque deee: Enfoques". O la más liviana, pero distraída emisión de "Doctora Corazón", de Elvira Llosa quien, con voz pausada y delicadamente coqueta, ofrece consejos y soluciones a los dramas planteados por sus oyentes.
De los juegos, adivinanzas y tomaduras de pelo que, remojándonos en la tina de baño los domingos, de niños y por horas, realizábamos. De la aptitud para el cálculo matemático de papá, su memoria. Y, "¿quién aguanta más?", zambullendo la cabeza, llena de espuma, bajo el agua caliente. Disfrutando, desde la mañana, atendidos, con afán, por mamá. Desayunando api con llauch'as , cocinadas a la leña y calentadas al carbón, compradas en la esquina del cine Bolívar; jugosas de caldo con queso derretido que, al menor descuido, chorreaba derramándose. Para continuar, más tarde, con alcachofas: tiernas, deliciosas, deshojadas hoja por hoja, hasta llegar al corazón; con aderezos preparados por cada uno, en competencia, para obtener el más sabroso: con aceite de oliva, un chorrito de vinagre de vino tinto, sal, pimienta, bastante mostaza y unas imprescindibles gotas de salsa inglesa Lea&Perrins. Toda una delicadeza culinaria. En otras oportunidades, degustar un batido de huevos; agitando por separado claras y yemas con azúcar, hasta que, de bien batidas, el tenedor solito quede parado en las claras a "punto nieve". Agregando, luego despacio, siempre revolviendo, una botella de oporto; o, a falta de éste, la deliciosa bicervecina Inca. Espolvoreado todo, con canela molida. ¡Fácil, rico y nutritivo!
O, echados en la cama de mis padres, algún domingo de mal tiempo, tapados hasta la nariz, gozando de un "día de campo a la potosina" con los periódicos de la fecha, fruta, porotos e higos secos y maní con cáscara; y, claro, con las transmisiones radiales por compañía..."
Recuerdos que se hacen más patentes aún en un día como hoy, 20 de abril, cumpleaños de mi padre.
Cumpleaños de mi Padre
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