La velocidad de la política


Por lo visto, los tiempos acelerados que vivimos hoy, en general, no son ajenos a lo que ocurre también con la política. Es decir, el espacio de tiempo que se suponía tenían los gobernantes desde el inicio de sus mandatos hasta que las protestas en su contra se hacían presentes, o como en otros lugares también se llamó la luna de miel gubernamental, este tiempo solía acabarse en promedio a los dos primeros años de gestión.

Sin embargo, en el gobierno del presidente Arce lo que vemos al respecto es que el momento de desgaste y de inicio de protestas se ha adelantado, creo que la explicación al respecto pasa por lo que llevaron haciendo los siguientes tres actores: el Gobierno nacional, los antimasistas por fuera del sistema de partidos, y los aliados organizacionales al MAS.

Un gobierno, cuyo perfil de liderazgo salta a la vista que es completamente distinto a su antecesor, en lugar de llegar a la presidencia y clausurar con ese acto la crisis política que vivimos desde 2019, remozando su discurso en el sentido de que la superación de la pandemia es el paso certero a la recuperación económica, eligió en lugar de esto atrincherarse en la sombra discursiva del perfil político —que no tiene— y desde ahí buscar el ajuste de cuentas políticas con el único objetivo de demostrar que tiene una personalidad política fuerte, lo cual genera más una percepción de debilidad que lo que anda buscando.

El antimasismo que genera más resultados, por lo visto, no es el que está en los actores político-partidarios. La iniciativa de oposición aún se encuentra en la calle y contenida en organizaciones cívicas como la de Santa Cruz y conglomerados de clase media urbana, estos últimos más disminuidos y venidos a menos porque se encuentran entre la desmovilización y el hígado contra el masismo que llevan dentro. Mientras los partidos de oposición están replegados a una derecha radical sin visión estratégica de tomar el centro político.

Pero, la dimensión más preocupante de todas a la hora de sostener que al presidente Arce se le terminó su periodo de gracia es la que se encuentra contenida por grupos y organizaciones sociales afines al MAS, esos aliados que se encuentran en una dinámica constante de negociación de intereses sectoriales. Porque, por ejemplo, es por ellos en última instancia que el gobierno de Arce retrocedió en el tratamiento de normas, porque al final nuestra política nos está demostrando que para saber trabajarla necesitamos de dos herramientas principales: comunicación política y negociación constante con los sectores sociales.

Esas herramientas son las que le faltan al gobierno de Arce. Especialmente en el caso del proyecto de ley contra ganancias ilícitas, la herramienta de la negociación no fue practicada y eso generó una situación inversa en la que ya no son las organizaciones sociales las que piden reunirse con el Ejecutivo, ahora es al revés, y eso ciertamente genera ventaja de posición de éstas frente al Gobierno.

Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.