El voto no expresado (oculto, indeciso, volátil) que rondaba el 30%, se decantó el mismo domingo
18 de octubre, día de las elecciones generales en Bolivia, y fue decisivo para un cómputo oficial final
con estos resultados: MAS-IPSP 55,1%; Comunidad Ciudadana 28,83%; Creemos 14%; Frente
para la Victoria 1,55; y PanBol 0,52%.
Las lecturas sobre esta derivación del proceso electoral se las hacen desde distintas perspectivas. Por
una parte, una corriente de pensamiento tiende a afirmar que no es una victoria del MAS sino el
fruto de los errores de sus adversarios. Desde otra perspectiva, el resultado expresaría una
contundente victoria del MAS-IPSP con derrota política del proyecto contrahegemónico.
Partiendo de una breve descripción de ambas perspectivas, en este escrito enfatizaremos en el análisis
de los rasgos sobresalientes de la estrategia electoral del MAS-IPSP, con el convencimiento que, en
procesos electorales, los triunfos o derrotas no son producto de la casualidad, sino de la manera
como se encaran las probabilidades existentes, tratando de reducir al mínimo las incertidumbres
para paralelamente, y de manera proporcional, amplificar las certezas, como recomienda John van
Neumann en su Teoría de los Juegos.
No fue victoria del MAS sino derrota de sus adversarios
Buena parte de los analistas políticos coinciden en señalar que el resultado electoral es
producto de una sucesión acumulada de errores estratégicos y tácticos cometidos por los
adversarios políticos del MAS-IPSP. Entre otros factores, destacan la ineptitud del
gobierno de transición, la estrategia de Comunidad Ciudadana asentada en sectores de
clase media urbanos, el carácter regional y regionalista de Creemos, la ausencia de las
oposiciones al MAS en los sectores populares y la desvalorización del MAS-IPSP.
Acaso el criterio más compartido sea la existencia de un voto castigo contra el gobierno
transitorio de Jeanine Añez, que se considera fracasó en su respuesta a la pandemia,
permitió manifestaciones de corrupción sin sanción, desarrolló formas autoritarias,
aprobó medidas que significan retrocesos conservadores a políticas neoliberales,
demostró incapacidad para el control de los ecocidios que se alimentan con su política
extractivista, y otros. Este desgobierno y, especialmente la frustrada candidatura de la
presidenta, que desarrolló una campaña con abuso de bienes públicos, habría aportado
a la rehabilitación del MAS-IPSP, después de su desalojo del gobierno en noviembre del
año pasado.
La generalidad de las encuestas previas a las elecciones, le otorgaban a Comunidad
Ciudadana la posibilidad de forzar la realización de una inédita segunda vuelta, con la
posibilidad cierta de su triunfo en esa instancia. Se les cuestiona que apeló para ello a
una campaña pasiva de espera de los votos indecisos convertidos en voto útil o voto
inteligente. Para los analistas, don Carlos D. Mesa no llegó a los sectores populares,
limitándose a posicionarse en las clases medias de las ciudades a través
fundamentalmente de mensajes por redes sociales digitales y entrevistas en medios
masivos.
Pero no es sólo Comunidad Ciudadana que le deja al MAS-IPSP el monopolio de las
comunidades indígenas, de los barrios urbano populares, de los informales, de los
obreros, en fin, de los sectores populares. La alianza Creemos desarrolla una campaña
regional y regionalista, con resultados importantes en Santa Cruz, Pando y Beni, la
región oriental de Bolivia, y se olvida de la otra Bolivia, a la que ofrece como alternativa
el modelo cruceño que, a los ojos del país, a título de modernidad, sostiene una regresión
conservadora con políticas depredadoras y profundamente asimétricas.
Moviendo sus campañas en la dinámica de un clivaje "Masismo – Antimasismo", la
totalidad de partidos opuestos al MAS-IPSP descargan una artillería descalificadora,
especialmente contra el ex presidente Evo Morales Ayma, pretendiendo de ese modo
inviabilizar electoralmente a este frente político. Se juzgó al MAS como una
organización dividida, delincuencial, obsoleta y representando un ciclo estatal superado.
Se despreció su fortaleza interna y se minimizó su protagonismo. Compitieron con un
adversario al que no quisieron reconocer y se restaron votos entre ellos.
La victoria del MAS-IPSP fue contundente, así como la derrota política del proyecto
contrahegemónico
Voceros y militantes del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la
Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), justifica su triunfo en los siguientes factores:
el reconocimiento ciudadano de su gestión de gobierno (2006 – 2019); las propuestas
contenidas en su programa junto con la validez de su proyecto histórico; la lectura que
hacen de la realidad; y su fortaleza organizativa que reproduce nuevos liderazgos.
Para el MAS-IPSP, el proyecto nacional popular que sustenta no ha sido derrotado,
aunque sí temporalmente paralizado por el gobierno transitorio, que sin embargo no
logra arrebatarle su fuerza moral ni su energía, por lo que en el proceso electoral renace
con brío y un horizonte basado en la inclusión social, el crecimiento económico y la
distribución de la riqueza.
Coinciden en que las características deficitarias del gobierno transitorio contribuyen a
que la población lo compare con los años de estabilidad del gobierno del MAS-IPSP, lo
que, desde su percepción, ayuda a que funcione el recuerdo de un proceso de
transformación con el protagonismo de los sectores populares.
MAS-IPSP mantiene y proyecta con horizonte predictivo su raíz y columna vertebral
popular progresista, sin rupturas ni escisiones. Además, cuidan que el binomio
presidencial reproduzca la articulación complementaria entre el mundo urbano e
indígena.
Consideran también que su victoria se facilita porque sus adversarios (en sus términos
las fuerzas conservadoras), no logran formular un proyecto alternativo de economía y
sociedad, capaz de modificar el rumbo del ciclo estatal plurinacional. Se revitaliza lo
popular, que se hizo parte del tiempo democrático, mientras que el neoliberalismo
rompe su consenso como proyecto viable, y no se sabe rehacer en este proceso electoral.
Estrategar para ganar
Con acierto, Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, dicen que la estrategia política señala
el camino y el destino. Es decir, que la base de definición de las rutas que se tienen que
transitar, o la brújula que guía los pasos de un proceso electoral, es la estrategia, que se
diseña en base a datos que se obtienen con rigurosas investigaciones cuantitativas y
cualitativas dando cuenta del campo político, donde se ubican las ideologías o proyectos
políticos en disputa, los actores políticos individuales y colectivos, los candidatos, las
líneas discursivas que (re)producen las ofertas mediáticas y las redes digitales, así como,
especialmente, los sentipensamientos ciudadanos.
Los citados autores, mencionan también lo que no es estrategia y que vale la pena
recuperar para entender lo que ha pasado en el reciente proceso electoral boliviano.
Estrategia no es un producto comunicacional (llámese spot, meme, cuña radiofónica,
posts, afiche…); tampoco es un evento específico (debate presidencial, presentación de
la candidatura); ni un proceso concreto (el que mejor discursó, o el eslogan); tampoco
es el timing (empezar la campaña antes que los otros) En resumidas cuentas, estrategia
no es una acción concreta ni un recurso, por más innovador que se lo presente. Y por
supuesto que estrategia tampoco es marketing, aunque puede valerse de él como una de
sus opciones metodológicas.
Volviendo a lo que sí es estrategia, afirmamos que es la articulación entre construcción
discursiva, planes y prácticas sociales encaradas por sujetos sociohistóricos, en la
perspectiva de alcanzar objetivos de transformación social. Traducido esto a la estrategia
política, estamos hablando de planes diseñados para desarrollar batallas por la
significación, incorporando la participación ciudadana en la elaboración de caminos
para el triunfo electoral, o la conquista del poder con un proyecto político.
En su sentido más operativo, Durán Barba dice que la estrategia es el plan integral de la
campaña, que debe basarse en el establecimiento permanente, durante todo el proceso
electoral, de qué es lo que piensan y sienten los votantes. Y con este paraguas, establece
varios atributos.
La estrategia es racional, busca metas concretas. La estrategia establece escenarios
posibles que llevan a prever acontecimientos e intervenciones pensando antes de actuar.
La estrategia organiza armónicamente los distintos elementos que componen una
campaña, asegurando el aporte ordenado y efectivo de cada uno de ellos. Una estrategia
no es lineal, sino flexible, pero con orden, siguiendo las movidas de los adversarios: sus
propuestas, sus discursos, sus acciones, sus objetivos. La estrategia conoce las
aspiraciones de los electores para sintonizarse con ellas.
En pocas palabras, y recogiendo el conjunto de elementos descritos, la estrategia en
campaña electoral, es el arte de organizar los objetivos y los caminos para sumar votos
y ganar las elecciones. Y gana el que comete menos errores.
¿Por qué ganó el MAS-IPSP?
Son varios los elementos contenidos en la estrategia de campaña del MAS-IPSP que,
junto con los errores estratégicos y tácticos de sus adversarios, operan como
contribuyentes a su triunfo electoral en un contexto complejo, de expresada resistencia
a su retorno al gobierno, acompañada por acciones descalificadoras desde sus opuestos
políticos. Veamos.
1. Lectura de la realidad
Un primer elemento que se debe rescatar de la estrategia del MAS-IPSP, es la lectura
que hace de la realidad en la que se inscribe el proceso electoral. A diferencia del
conjunto de las organizaciones que mueven sus campañas en el clivaje "Masismo –
Antimasismo", y que las lleva a desplegar campañas negativas de fuertes
cuestionamientos a la gestión e imagen del ex presidente Morales, la estrategia del MASIPSP
se desenvuelve en la resolución del clivaje "Crisis – Estabilidad".
En un contexto de incremento de los índices de pobreza y de los niveles de desempleo,
que se traducen en una situación de incertidumbre, cuando no de angustia ciudadana en
una realidad no superada de pandemia por Covid-19, MAS-IPSP despliega su campaña
en relación directa con las ciudadanías, centrando su discurso en la superación de la
crisis. Para ello sintoniza con las aspiraciones ciudadanas, particularmente de los
sectores más vulnerables, con una línea discursiva que capta las pulsaciones de la vida
cotidiana que contiene las motivaciones ciudadanas para resolver sus incertidumbres
con la esperanza de tener empleo, ingresos, seguridad, salud, en suma, estabilidad.
2. La estrategia del MAS-IPSP se rearticula con la Bolivia profunda
La apuesta del MAS-IPSP sabe que una parte importante del voto no expresado lo
conformaban ciudadanos que por distintos motivos habían dejado sus filas. Con esa
certeza, desarrolla acciones de reencuentro para recuperar el caudal que le permitiera
incrementar su voto duro que bordea el 30% del total de votantes. Va tras de votos que
los considera posibles con estas medidas: el fortalecimiento del IPSP y del Pacto de
Unidad; la recuperación paradigmática de los fundamentos del Suma Qamaña; y la
diferenciación con el "Evismo", sin abandonarlo.
Como se sabe, el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP), es la
opción que se dotan los movimientos sociales del país para disputar el poder. El dato no
es menor, porque implica la elección del camino de la democracia y de la aceptación de
las reglas de la democracia electoral para legitimarse como alternativa de poder y como
proyecto con hegemonía, sin la mediación de los partidos tradicionales, sino con un
proyecto de sociedad y una estructura propios.
Durante la campaña, MAS-IPSP logra niveles de reconexión con los movimientos
sociales y no sólo con las ciudadanías populares, recuperando la participación de las
principales fuerzas sindicalizadas del país, excepto una parte de los cooperativistas
mineros que optan por presentarse con candidatura propia: Panbol, que obtiene el 0,52%
de los votos.
Esta reposición y consolidación de lo popular se acompaña con la recuperación del Suma
Qamaña (Vivir Bien), que en las anteriores elecciones de octubre 2019 había sido
desterrado como filosofía, y como palabra, de su programa de gobierno. El rol del electo
vicepresidente, David Choquehuanca, es decisivo en la rearticulación de voluntades de
los sectores populares, particularmente indígenas, con el discurso de la armonía y de la
reconciliación, que también inquieta a sectores indecisos de las clases medias. En los
imaginarios de la política, rondan los sentipensamientos de la recuperación del MASIPSP
de sus primeros años, aquellos que permitieron la construcción de un nuevo ciclo
estatal, el del Estado Plurinacional.
La diferenciación electoral con el "Evismo", se convierte en un recurso clave de la
campaña del MAS-IPSP, que sabe reconocer que los altos negativos que tiene contenida
en la pregunta "¿por quién no votaría?", se explican en el posicionamiento del
prorroguismo como un factor atentatorio de la voluntad popular. Declaraciones de los
candidatos en el sentido que los tradicionales ministros del gobierno masista no volverán
a ser autoridades, o que si existen denuncias éstas deben ser resueltas en los ámbitos de
la justicia, abonan a su reconocimiento y confianza.
3. El MAS-IPSP clasifica a las oposiciones en una misma medida: derecha conservadora
Comunidad Ciudadana no logra diferenciarse, a pesar de su ubicación en el centro
progresista del espectro ideológico, y pese a contar con un programa de gobierno que se
contradice con la regresión neoliberal que caracteriza al gobierno, así como a otras
fuerzas políticas en la pugna electoral. Para su militancia, sus simpatizantes y algunos
analistas la diferencia está clara, pero no así para la población mayoritaria que no conoce
otro discurso que no sea el de la campaña del MAS-IPSP, y que mete a todos sus
opuestos en el mismo saco.
De este modo opera, en este marco y no por fuera de él, la comparación entre la gestión
de los 14 años de gobierno del MAS y los 11 meses de desgobierno actual. Resulta
entonces que, en una de las expresiones de ironía más marcadas de este proceso
electoral, sin ser parte, sino su opuesto, Comunidad Ciudadana es marcada por los
errores de un gobierno que, además, cuando estuvo en carrera electoral con la alianza
Juntos, combatió tenazmente la candidatura de don Carlos D. Mesa, acaso con más
saña que los ataques furibundos lanzados contra el "Evismo".
En este ambiente, en una jugada arriesgada y desafiante, el discurso electoral del MASIPSP
apela en los votantes a un imaginario de estabilidad con el que identifica su
gobierno, por la entrega de bonos, las acciones de inclusión, la reducción de los índices
de pobreza y extrema pobreza, el acceso a bienes públicos, el surgimiento de una nueva
clase media, y otros. La estrategia remueve estos hechos que los muestra negados por el
gobierno transitorio y los sitúa en el plano de la recuperación, como una reivindicación.
Aquí y allá, los imaginarios necesitan combinar la remembranza y la ilusión con hechos
cuyas cualidades son construcciones reconocidas por los actores sociales desde sus
propias percepciones. Esto pasa por ejemplo con la conceptualización que tienen los
sectores populares del MAS-IPSP como una alternativa de renovación con estabilidad,
mientras coloca a todos los otros frentes políticos en el casillero de la regresión neoliberal
conservadora.
4. MAS-IPSP basa su campaña en su forma partido
Tras la salida del expresidente Morales en noviembre del año pasado, y con intensidad
durante la campaña electoral, se habló de un proceso de implosión en el MAS-IPSP,
augurándole su múltiple fragmentación, sin la presencia de su líder y factor
cohesionador.
En los hechos, el MAS-IPSP mostró corrientes de pensamiento en deliberación, pero no
escisiones ni fragmentaciones. Por el contrario, no sin interferencias y tensiones,
demostró una capacidad de resiliencia política partidaria con decisiones que transitaban
entre un IPSP en proceso de refortalecimiento en Bolivia, y un jefe de campaña en
proceso de reposicionamiento desde el exilio en Buenos Aires.
El proceso no fue sencillo, ni está resuelto, pero el resultado mostró capacidad de
recambio de liderazgos, con un binomio que combina nuevamente la fórmula del
poncho y la corbata. La estructura nacional que tiene organizada con los procedimientos
y protocolos de la forma partido, permite que las decisiones, inclusiones, iniciativas y
acciones fluyan con disciplina en su proceso de sumar para ganar.
Y como en el mundo popular no tiene competencia, la campaña del MAS-IPSP se
convierte en un espacio para recomponer adhesiones, así como también las bases de un
proyecto nacional popular, al que ahora se le añade el concepto de pluralista, en la
perspectiva de seguir articulando clases medias, y otros.
5. El MAS-IPSP se apoya en los errores de las estrategias de sus adversarios políticos
La mayor parte de organizaciones opta por campañas negativas, que como se sabe son
un contrasentido a las campañas persuasivas basadas en la comunicación de propuestas,
programas y objetivos políticos, porque buscan criticar, cuestionar o negar el carisma de
los oponentes con técnicas de ataque en sus puntos nodales, pretendiendo así socavar la
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reputación y posicionamiento personal de los adversarios, al degradar las percepciones
que los electores tienen de ellos. Es un tipo de campaña que tiene como una de sus
principales características la apelación al discurso del miedo y el odio.
Es particularmente representativa la campaña que la alianza Juntos desató contra el ex
presidente Evo Morales, pero también contra el candidato Carlos D. Mesa. Por su parte,
Creemos, Libre 21 y con menor intensidad los otros, siguen la misma línea. La campaña
de Comunidad Ciudadana es distinta, prioriza la exposición de propuestas, pero no
encuentra con quién debatir.
MAS-IPSP no cae en el juego de la campaña negativa, sabe que la candidata-presidenta
no tiene el posicionamiento necesario para que sus acusaciones calen en la ciudadanía
ganando complicidades. Sabe también que las acusaciones, ciertamente fuertes,
especialmente las relacionadas con pedofilia y estupro, no afectan una debilidad
implícita en la fortaleza de la organización, y que podría ser controlable con una salida
judicial, a pesar del revuelo mediático. De la misma manera, era sabido que el timing de
las acusaciones no era el adecuado como para afectar los posicionamientos en las mentes
de los electores.
Era previsible, en esas condiciones, que las campañas negativas se revirtieran contra sus
autores, operando con un efecto boomerang, además de victimizar a los atacados, ya no
sólo individualizado en la persona a quién se ataca, sino en el imaginario colectivo,
también a los sectores populares, es decir a los votantes.
Y, por otra parte, MAS-IPSP asumió actitud contemplativa frente a las
desacreditaciones al candidato Carlos D. Mesa, porque le favorecían, además porque
instalaban niveles de desunión entre sus opositores, lo que también le favorecía, del
mismo modo que los ataques realizados por personajes desacreditados de la política
boliviana, que de este modo en realidad, lejos de socavar su credibilidad, acababan
favoreciendo su reencuentro con los sectores populares.
6. La estrategia del MAS-IPSP tiene su eje en la relación directa con las ciudadanías
El manejo comunicacional de su campaña estuvo en conexión con su concepción,
proyecto y sujetos. Desarrollaron una experiencia básicamente presencial, codo con
codo, llegando a los lugares donde viven las ciudadanías. Es decir, el espacio cotidiano
donde construyen sus aspiraciones políticas.
Podemos afirmar que desarrolla una estrategia transmedia, que combina,
complementando, medios masivos y digitales con campaña presencial. La radio fue un
factor fundamental, no sólo de información, sino especialmente de participación
ciudadana. Los productos por televisión se distinguen porque los candidatos están
siempre acompañados de rostros y voces populares. Los debates muestran a los
candidatos navegando sin hacer olas, ni caer en la guerra de acusaciones, resistiendo. Y
los medios digitales siguen la intensidad de las burbujas que se sabe son un componente
importante pero no el único ni el más decisivo. A diferencia de las otras, esta campaña
no se queda en el planeta Facebook.
En el ambiente circularon dos campañas políticas. Una que gana los medios y las redes,
con las campañas negativas que hacen ilusionarse a sus gestores de que el MAS-IPSP es
superable en las urnas. La otra campaña es la que camina las rutas y lugares de
socialización cotidiana de las ciudadanías: sus comunidades, sus barrios, sus mercados,
sus esquinas, hablando en sus idiomas y ocupando los medios que frecuentan,
especialmente la radio local comunitaria.
Las oposiciones ganan los imaginarios en los medios masivos, las redes digitales y los
círculos rojos. Y el MAS-IPSP gana imaginarios y significaciones en la realidad
cotidiana y en la práctica organizativa.
Las oposiciones, con sobreabundancia de espacios mediáticos y en las redes sociales
digitales desarrollan espacios destinados a desbaratar al MAS-IPSP. Y éste opta por la
palabra que circula de boca a oído, de persona a persona, de comunidad a comunidad,
de barrio a barrio para complementarla con espacios mediáticos y virtuales. También en
política, la comunicación no es cuestión de medios, sino de mediaciones.
¿Y ahora qué?
Cuánta razón tiene Jaime Durán Barba al afirmar que las estrategias son como el viento
y la política flexible como la vida. Se baten, dan aire, abren camino, arrasan, pasan.
Lo que sigue ahora, es el tiempo de las estrategias para la superación de la polarización.
De las estrategias para acompañar políticas públicas diseñadas como expresiones
prácticas de superación de la corrupción, el derroche y el autoritarismo. De las
estrategias de renovación sin regresiones y de pactos unitarios por la vida. Es tiempo de
estrategias que orienten salidas de la crisis multidimensional, para dejar de ser
extractivistas y depredadores. Vivimos el tiempo de la construcción de estrategias como
canales para proyectos políticos pertinentes en una democracia realmente inclusiva,
participativa, intercultural e igualitaria.
¿Ganó el MAS-IPSP o perdieron sus adversarios?
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