El Alto y Santa Cruz de la Sierra concentran el 25% de la población de todo el país y son las ciudades más pobladas. Santa Cruz tiene 1,7 millones de habitantes tras la explosión demográfica producto de la migración interna y El Alto, con 35 años de vida, suma 1,2 millones debido a la movilidad social hacia las grandes urbes. Poseen liderazgos políticos e institucionales obligados a actuar pensando primero en el bienestar y el desarrollo de sus regiones. Y sus sociedades, que deberían ser antagónicas por los sucesos del último tiempo, con crisis sanitaria y económica de por medio, pueden conectarse, complementarse y proyectarse.
Consciente de esa potencialidad, Eva Copa, la alcaldesa alteña de 34 años, dio un paso audaz, tomó un riesgo calculado. Visitó la capital cruceña para explorar la construcción de un nuevo eje político de proyección nacional, teniendo como componentes de base lo territorial y social, y que puede estar apuntalado por alianzas público-privadas con los sectores productivos y empresariales de Santa Cruz, "lazos" que pueden ir tejiendo en el curso de los próximos años un proyecto político alternativo, capaz de disputar el poder con ciertas posibilidades.
En el hotel Cortez se reunió con representantes de más de una veintena de empresas privadas y organizaciones de productores a quienes llamó "compañeros empresarios", luego con la directiva de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), y pequeños y medianos empresarios. Acordó avanzar en seguridad jurídica para inversiones orientales en su ciudad, desburocratización de trámites, construcción de un campo industrial estratégico y la participación por primera vez de El Alto en la Expocruz 2021.
El politólogo Marcelo Arequipa marcó en un análisis televisivo el "pragmatismo" de la Alcaldesa de El Alto, aquel que Evo Morales demostró en su momento cuando se alió con grupos empresariales cruceños, les ensanchó la frontera agrícola y les abrió mercados internacionales, pese a que en sus discursos polílticos siempre les hacía responsables del racismo y la división del país. Eva Copa, en cambio, tiene la opción de ir perfilando un discurso inclusivo -horizontal y complementario-, partiendo de la visión de las nuevas generaciones de alteños que, sin dejar la trinchera, quieren gravitar en el conjunto del país.
Hasta ahí los "lazos" productivos y empresariales que, según lo convenido durante su visita, se irán consolidando en mesas de trabajo. Pero, la visita de Eva Copa, ex dirigente universitaria que llegó al principal cargo de la FUL en la UPEA y fue Presidenta del Senado en la crisis política derivada del fraude electoral de 2019, tuvo alto perfil político con reuniones y contactos que por supuesto incluyeron al sector privado, pero que abarcaron a otros sectores y actores que pueden ayudar en el entramado del nuevo proyecto político nacional.
Pero también puede evaluarse a partir de los mensajes que la lideresa alteña lanzó al gobierno nacional y su ex partido, por un lado, y a las oposiciones políticas, unas construidas desde lo regional y otras construidas mediante el ejercicio electoral a nivel nacional, por el otro. Y ahí, en las señales que proyectó desde la tierra de Núflo de Chávez, está una parte importantísima de la audacia de la joven Alcaidesa.
Sin utilizar palabras, le dijo al oficialismo que va un paso adelante y que sabe cómo enfrentar la asfixia, el bloqueo y el boicot político-gubernamental a su gestión municipal en la lucha por vencer al coronavirus y en el desafío por la reactivación económica y la generación de empleos. Y a las oposiciones les hizo saber que El Alto es lo nuevo para superar los intentos fallidos de los últimos años y que puede encabezar un nuevo proyecto de dimensiones nacionales.
Sus reuniones y contactos contactos políticos fueron bien organizados para no dar señales contradictorias o, peor aún, que transformen su visita en un acto de traición. Se reunió con grupos de jóvenes activistas que desean hacer política forjando nuevos liderazgos, con sectores sociales muchos de ellos con raíces andinas y con el alcalde de Santa Cruz, Johnny Fernández, respaldado por las clases populares en las últimas elecciones subnacionales.
Con el Alcalde cruceño decidieron impulsar una causa urgente para sus municipios y todas las regiones del país, pero que además puede dar paso a la discusión de un nuevo Pacto Fiscal. Coincidieron en exigir y promover la realización del censo de población y vivienda el próximo año para que Santa Cruz y El Alto reciban más recursos públicos en función de la cantidad de población que poseen y para que el nivel central del Estado, que acapara el 85% de esos recursos, comience descentralizarlos.
Claro que el tema de preocupación inmediata no estuvo ausente en las reuniones realizadas por la joven Alcaldesa: superar la pandemia del COVID-19 de manera solidaria y mancomunada, ni los retos a mediano plazo como la atracción de inversiones extranjeras vinculadas a actividades económicas innovadoras como las relacionadas a la tecnología y la inteligencia artificial.
En los casi 39 años de democracia del país, varios binomios electorales han intentado expresar una complementación entre occidente y oriente, y viceversa. Importantes liderazgos políticos formados en la ciudad de La Paz fueron parte de esas candidaturas pese a que La Paz ha ido perdiendo peso demográfico, político y económico en el contexto nacional. Por eso, es audaz y novedoso que ahora se busque la construcción de un nuevo eje político que contemple de manera protagónica a El Alto y Santa Cruz.
Sabiendo que falta bastante tiempo para las próximas elecciones presidenciales y que la política en Bolivia es muy dinámica. algunas cartas ya están sobre la mesa.
EL NUEVO EJE POLÍTICO EN BOLIVIA?
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