El mundo al revés se concentra dramáticamente en Bolivia. El MAS se jacta de tener mayoría de legisladores departamentales, más de dos tercios en ciertos casos y de igualar a Creemos en Santa Cruz, pese a haber perdido la votación en primera vuelta en varios departamentos, momento en que se produce la asignación de escaños. Esta anomalía sucede gracias a un torcido mecanismo de distribución de integrantes de las asambleas legislativas departamentales, una herencia antidemocrática entregada al masismo cuando se comenzó a elegir por voto popular a gobernadores y asambleístas, hace 11 años, producto de la nueva Constitución.
La herencia que doblega la voluntad popular expresada en las urnas es la sobrerrepresentación de las circunscripciones rurales en las asambleas departamentales, donde el MAS gana. Una distorsión que se repite elección tras elección desde 2010 a través de dos principales vías: la deliberada inaplicación de lo que establece el artículo 59 de la Ley de Régimen Electoral, en lo que se refiere a la fórmula de distribución de escaños, y el invento de una papeleta electoral departamental con tres tipos de votos: uno por Gobernador o Gobernadora, otro por asambleístas por población y un tercero por asambleístas por territorio.
En el caso de la sobrerrepresentación del MAS y la consiguiente subrepresentación de sus adversarios electorales, que incluso ganaron a candidatos masistas con amplio margen en las elecciones de 2010, 2015 y 2021, radica en que debiendo aplicarse de manera análoga la asignación de escaños departamentales con lo que sucede en la Cámara de Diputados, es decir que a cuántas más diputaciones uninominales que obtenga un partido, su representación en diputaciones plurinominales deberá ser menor, ese mecanismo es obviado y el MAS resulta siempre con más asambleístas departamentales.
Los ejemplos abundan. En la elección de marzo de 2015, SOL.bo con su candidato Félix Patzi obtuvo el 51% de los votos en el departamento de La Paz y el MAS con Felipa Huanca consiguió el 29%. Revisadas las actas, se verificó que la gente que votó por SOL.bo o por el MAS lo hizo en línea, vale decir que los electores marcaron las tres casillas amarillas o las tres azules. Prácticamente no hubo voto cruzado, pero ya en la composición de la Asamblea Departamental de La Paz (período 2015-2021), el MAS estuvo representado por 25 asambleístas, entre territoriales y por población, y SOL.bo que ganó la la elección con una diferencia de 21 puntos, tuvo una bancada de 12 asambleístas.
Otro ejemplo paceño. Este año el MAS obtuvo el 39,70% de votos en la primera vuelta pero su representación legislativa trepa al 53,3% en la Asamblea Departamental de La Paz con 24 asambleístas, 15 territoriales y 9 por población. Las organizaciones políticas afectadas o subrepresentadas son Jallalla que pese a haber conseguido el 25,18% de la votación el 7 de marzo sólo tiene el 17,7% de representación en el ente legislativo departamental con 8 asambleístas, 6 por población y 2 territoriales. Y Somos Pueblo de Rafael Quispe que alcanzó un 22,44% de la votación en la primera vuelta ve caer su representación a la mitad, al 11,1% con 5 asambleístas, todos por población.
Dos ejemplos más. La organización Chuquisaca Somos Todos de Damián Condori venció la primera vuelta en marzo de 2021 con 45,6% en el departamento de Chuquisaca pero sólo tiene 5 asambleístas, mientras que el MAS luce una bancada de 14 asambleístas pese a que llegó al 39,1%. En Santa Cruz, Creeemos de Luis Fernando Camacho obtuvo la mayor votación en primera vuelta: 55,6%. Derrotó al MAS que consiguió el 38,1% pero paradójicamente empatan a 11 legisladores en la Asamblea Departamental cruceña.
Para que la torcida distribución de asambleístas departamentales se consolide, a diferencia de la papeleta nacional en la que existen dos casillas por franja, una para Presidente y otra para diputado uninominal, o la papeleta municipal en la que se vota por Alcalde y de manera separada por concejales, el Órgano Electoral dispuso que la papeleta departamental contenga tres casillas, con el fin de impedir que se aplique la asignación de escaños establecida en el artículo 59 de la Ley de Régimen Electoral y beneficiar al MAS con la sobrerrepresentación.
Y por si todo eso fuera poco, las bancadas de las naciones y pueblos indígenas que existen en prácticamente todas las asambleas departamentales, son asumidas por el MAS como su propiedad. Los asambleístas indígenas juran levantando el puño izquierdo, reciben favores en las directivas de las asambleas y en las comisiones legislativas, y casi siempre votan de manera coordinada con las bancadas masistas. Por eso, el candidato perdedor del MAS en el departamento de La Paz Franklin Flores decía a viva voz durante el balotaje que entre su partido y los indígenas tenían los dos tercios.
Han pasado tres elecciones departamentales (2010, 2015 y 2021) y en las tres el voto de la gente que acude democráticamente a elegir autoridades departamentales ha sido escamoteado; el Órgano Electoral (Corte Nacional antes y Tribunal Supremo ahora) mira a otro lado para no crearse problemas con el parido de gobierno y permite que rija la sobrerrepresentación; y el MAS se frota las manos porque sabe que perdiendo en las urnas siempre ganará en la asignación de asambleístas departamentales, mientras la democracia representativa se degrada a nivel departamental.
El MAS pierde gobernaciones pero acapara Asambleas. ¿ Cómo lo hace ?
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