Este domingo es un día importante, finalmente se estará poniendo punto final al ciclo electoral más largo y complejo de nuestra historia democrática. Habiéndose iniciado inéditamente en octubre de 2018 con la convocatoria a las primeras elecciones primarias intrapartidarias, desde entonces, no se ha cesado un solo día en tener como pendiente los resultados de las elecciones generales y las municipales, departamentales y regionales para dar cumplimiento a las elecciones de mandato fijo que establece la Constitución.
Salvando algunas repeticiones de votación que pudieran tener lugar en las siguientes semanas, este domingo estaremos concluyendo un ciclo continuo de 30 meses de actividades electorales. Ciclo que fue llevado adelante por dos Órganos Electorales, acompañado por tres Órganos Ejecutivos (dos electos y uno de transición), que tropezó en el camino con una compleja ruptura institucional y finalmente, en su último trecho, se encontró con una pandemia global.
Es así que desde la institucionalidad electoral el cierre de este largo ciclo electoral no implicará otra cosa que la inminente cuenta regresiva para la apertura de otro que permitirá a la ciudadanía tomarse un merecido respiro de la estridencia electoral desplegada en las calles, las redes y los medios, pero que pondrá a la institucionalidad electoral y al sistema de representación política al centro de la misión de evaluar este complejo tiempo inventariando adecuadamente las heridas, debilidades, fortalezas y enseñanzas que deja como pendiente este recorrido.
Están, por ejemplo, algunos temas normativos u operativos que recientemente han ocupado el debate y tienen que ver con: un nuevo marco legal para los estudios de opinión y las campañas, la importancia en términos de acceso a la información y solidez técnica de un mecanismo de transmisión rápida de actas, los ajustes para clarificar los requisitos de inscripción de candidaturas, el rol y funcionamiento de las misiones de observación electoral, la rapidez con la que se puede desarrollar una jornada de votación manteniendo innovaciones implementadas por la pandemia o, con menor resonancia, algunos temas que fueron marginales a estas elecciones en particular pero que continúan siendo opacos recovecos: el financiamiento de campañas electorales; por mencionar algunos temas que han ido ocupando el tintero.
Pero, por supuesto, también quedan temas pendientes que pertenecen a agendas mucho más estructurales como ser la de la democracia paritaria, que debe aún ajustar de mejor manera la normativa que garantice paridad y alternancia dentro de las organizaciones políticas y en elecciones de niveles regionales. O la de la democratización interna en el sistema de representación política, formado por organizaciones políticas que han sido protagonistas este tiempo, varios de las cuales no habían registrado vida orgánica en los últimos años y otras que la han afianzado en los últimos meses. Para todas estas instancias está pendiente su ajuste institucional con apego a la Ley de Organizaciones Políticas hasta fin de este año, es decir, en el transcurso de los siguientes ocho meses.
La luz que se ve al final del túnel que significó este complejo ciclo electoral quedará como otro de los logros que la población boliviana debe apuntarse como victoria democrática. Muy a pesar de la cantidad de innecesarios y graves hechos que ocurrieron y están pendientes de un esclarecimiento que se le adeuda al pueblo boliviano.
Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka
Breve inventario del largo ciclo electoral
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