En mi anterior columna alerté de la reorganización del bloque duro del "entorno palaciego" de Evo Morales con el objetivo expreso de retomar el control del poder y del gobierno, dispuestos a todo en el intento.
Por un momento parecía posible que Arce-Choquehuanca y todos los que querían librarse de los evistas para reencauzar el "proceso de cambio" pudiesen, internamente, neutralizarlos, ya que las acciones del bloque los desgastan, pero parecen haber decidido seguir la misma línea -el cuento del golpe-, tal vez porque coinciden en la necesidad de debilitar a la oposición y amedrentar para que nadie ose reaccionar en su contra; o porque Evo Morales ya se impuso en las internas y Arce-Choquehuanca están solo de monigotes; o porque sólo el bloque evista tiene un plan; o, simplemente, porque nunca se dividieron y la distancia con el evismo fue sólo una estrategia electoral para engañar a sus bases.
Tiene una enorme cuota de responsabilidad el gobierno de Añez, porque hicieron lo mismo que el MAS y de manera MAS grosera todavía; traicionaron la esperanza ciudadana, fueron corruptos y le dieron a los masistas todos los argumentos para meter el miedo de que la "derecha" vuelva. Y como nadie tiene cara para defenderlos, empezaron la persecución con ellos. Esa es la primera fase.
La segunda fase es más sutil, tiene que ver con la "lucha simbólica" y la imposición de su narrativa en el "campo político"; con la necesidad del "control total del poder" -todas las comillas del discurso de Alvarito, el matemático-, del control del poder político, económico y especialmente del cultural, porque ese asegura el poder en el largo plazo. Ese es el objetivo, el instrumento para ello es devolver a Evo Morales al poder. Arce no les funca.
¿En qué consiste esta fase? En la persecución a los periodistas, a los que generan opinión pública, a quienes pueden, con datos de respaldo, cuestionar la narrativa, desmontarla, los que han estado en el lugar y la hora precisas para mostrarle al país y al mundo cómo actuaron los de un lado y los del otro.
Claro, no es a todos los periodistas
¡No van a perseguir a los funcionales que viven de su publicidad y de las ventajas que les salpican!, persiguen a los periodistas que no venden su pluma, para callarlos y descalificarlos y así evitar que la gente vea la realidad objetiva, no la construida discursivamente para justificar su violencia.
Empezaron con una lista inicial: Amalia Pando, Carlos Valverde, Mario Espinoza, Raúl Peñaranda, Casimira Lema, Andrés Rojas, Mery Vaca, Verónica Paniagua, Cecilia Bellido, Nancy Vacaflor, Marcelo Tedesqui, Rodrigo Vasquez, Pablo Llano, Andrés Gomez, Juan Carlos Arana, Ximena Galaraza, Gonzalo Rivera y Tania Sandoval.
¿Que tienen en comun ? Son los buenos, son los que investigan, por eso son peligrosos para un proyecto totalitario. Pongamos atención, porque si no hay defensa al gabiente de Añez, no pasará lo mismo con periodistas serios. Se trata de los derechos al trabajo, a la libertad de expresión, al acceso a la información.
La siguiente fase, con seguridad, será involucrar a otros políticos para descabezar a toda la oposición. Mesa y Camacho por delante, después los que les ganaron las elecciones, los que tienen partido o tienen voz mediática.
En la cuarta fase, vienen los comités cívicos, los jóvenes de plataformas, los colectivos ciudadanos y todo aquel que no se cansó ni se rindió.
Después vienes tú, eres muy peligroso: lees, usas el cerebro y dices lo que quieres y no lo que te mandan. ¿Vas a reaccionar?
Jimena Costa es politóloga.
La fase II del Todo o Nada
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