Faltando un par de horas para el atardecer, hoy viernes 19 de Febrero, dejo mi hogar para despabilarme dando una caminata que me permita superar tanta penuria. Un cielo cada vez más encapotado empieza lentamente a desparramar gotas de rocío que, en principio, empapan mi rostro. Caminando más ágil, siento que me voy mojando todo; gotas traviesas salpican mis pies juguetonas, divertidas y cantadoras… como tú, Brañez: amigo, cumpa, hermano. La lluvia fría chorrea por mi cara confundiéndose prontas con las tibias lágrimas que vierto pensándote, ya extrañando, recordándote. Lágrimas agridulces, como la vida misma...porque sin ti nada será igual y porque con tu compañía todo fue mejor.
Cómo ahora, John, sin poder evitarlo, en el teclado en el que escribo estas líneas…
Adios a un amigo
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