Debemos abrir un nuevo tiempo


Es inútil negar el agotamiento de la propuesta estatal gobernamental del MAS. El despilfarro histórico de la década y media masista apareja el agotamiento del gas y de las reservas internacionales, al tiempo que la deuda pública ha superado los 30.000 millones de dólares y el déficit fiscal bordea el 8% del PIB, amén de la negación y el abandono de la economía plural. El estatismo burocrático y corrupto y el extractivismo depredador del medio ambiente, han sido consolidados por el continuismo arcista de los últimos años que, en el plano político, también ha terminado de liquidar la propuesta plurinacional. El autoritarismo, el hegemonismo, el copamiento del Órgano Judicial, la precarización absoluta del Estado de derecho, de la división de poderes y de los derechos y garantías constitucionales, son parte del agotamiento y del vaciamiento del masismo, que pisotea y desconoce la propia Constitución Política del Estado, generando un peligroso escenario de desinstitucionalización estatal Integral.

Y lo plurinacional, que no es ni invención ni propiedad del MAS, se ha reducido a la presencia retórica y ornamental de lo indígena, a partir de la manipulación e instrumentación de las dirigencias, a las que se les ha expropiado la voz y la acción independiente, por la vía de su completa prebendalización.
El agotamiento masista ya no ofrece una propuesta de sociedad y de país. Lo que tenemos es casi un cascarón vacío, donde el eje central es la disputa por el poder, la sigla y la candidatura.

Arce discurseando con los empleados públicos y Evo bloqueando con los cocaleros, el día del "Estado Plurinacional", grafica bien lo que queda del MAS: la burocracia estatal por un lado y el radicalismo sindical por el otro. En ambos casos sólo queda la decadencia que, sin embargo, ante la ausencia de una alternativa democrática y popular, puede prolongarse después del 2025.

Esa alternativa hay que construirla. No debemos volver al pasado pero no podemos dejar en manos de la decadencia el futuro. Algunos creen que la alternativa es la unidad electoral de todos los opositores; otros creemos que es una nueva propuesta de país lo que logrará unificar a esa gran mayoría que percibe agotamiento con su hastío, pero que no votará ni se embarcará en un proyecto que huela a regresión y conservadurismo.

Lo democrático cubre a las clases medias, pero lo popular va mucho más allá de ellas. La alternativa a construir, no sólo tiene que unir oriente y occidente, sino que tiene que ensamblar la democracia con lo indígena, con lo obrero y gremial, con las barriadas citadinas y con lo campesino y rural. Debemos acelerar la llegada del tiempo "después del MAS", antes que su decadencia malogre el tiempo de todo el país. Y ese tiempo, el de todos, después de 18 años en que se malograron las esperanzas, va a requerir un momento largo, va a requerir una transición histórica que, probablemente sea el mejor escenario, tanto para unir lo democrático con lo popular, como para forjar una renovada visión de país, que recoja todo lo avanzado en estas cuatro décadas democráticas, y que no se agote, que abra uno o más ciclos de continuidad institucional y de transformación de nuestras estructuras, para construir el país próspero libre e igualitario que queremos.

Juan Del Granado Cosío es abogado y político.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.