Bolivia en el Mercosur, ganancia múltiple


¿Por qué la reflexión crítica, el diálogo argumentado y la cautela con determinación son requisitos obligatorios para las interpretaciones y decisiones sobre los procesos integracionistas?, simplemente porque sus recorridos son cotidianas construcciones de consensos desde las multiplicidades o, como solía decir Jean Monet al crear la Unión Europea, son la suma de las crisis superadas. En consecuencia, para construir integración, es tarea necesaria avizorar caminos de encuentro, abriendo fronteras y desarrollando aprendizajes y fórmulas de comunalidades y acuerdos.
Una oportunidad histórica
A diferencia de las diversas opiniones vertidas con una lluvia de dudas y de cuestionamientos sobre el ingreso de Bolivia al Mercosur, sostengo que se trata de una oportunidad de impensables posibilidades porque permaneciendo además en la Comunidad Andina (CAN), funda la privilegiada pertenencia a los dos bloques más representativos del subcontinente suramericano, encaminando nuevas formas de unidad.
Un primer elemento a reconducir en los análisis para la desambiguación de las ventajas de la múltiple pertenencia, es considerar los sentidos de la integración en su integridad y en sus mutuas correspondencias, porque el funcionamiento de uno depende del desempeño de los otros. Los sentidos son: el endógeno, que prioriza objetivos de beneficio interno de los países parte de un sistema integracionista; el teleológico o conjunto de principios para una inserción internacional en condiciones favorables; el estratégico por el que cada país cede una parte de su soberanía en favor de otra agregada, más amplia, supranacional; y el pragmático, hecho de respuestas prácticas a aspectos concretos y de relevancia coyuntural, en un plebiscito cotidiano de construcción de consensos e identidades compartidas en aquellos temas que es posible ponerse de acuerdo.
Siendo así, el Mercosur, al igual que todo sistema de integración, no puede ser visto sólo como un mercado ni ser medido únicamente en términos de balanza comercial, sino que debe apropiarse como un sistema multidimensional de múltiples beneficios que no se corresponden con temores como que nos será imposible competir con Brasil y Argentina. ¿Y si en lugar de pensar con el chip de la competencia asimétrica vemos los intercambios como espacios colaborativos, como corresponde a los procesos integracionistas? En los sistemas de integración es posible racionalizar así, porque contienen dimensiones que apuntan a superar las asimetrías y a compensar los desequilibrios, con medidas tales como plazos más largos para el cumplimiento de compromisos, umbrales diferenciados, flexibilidad en obligaciones, asistencia técnica, trato especial y diferenciado y cláusula del máximo desempeño midiendo limitaciones como por ejemplo la mediterraneidad.
El Mercosur que le espera a Bolivia
Mercosur es la quinta economía del mundo, genera cerca de la mitad de las exportaciones latinoamericanas y del Caribe al mundo y recibe el 40% de las importaciones. Exporta el 56% de manufacturas y absorbe el 48% de las importaciones dentro del continente. Tiende a la diversificación, densidad y alto contenido tecnológico que frena la tendencia hacia la (re)primarización de la exportación. Y es la región que acoge como residentes a 2 millones de compatriotas.
El ingreso de Bolivia a Mercosur sin dejar la CAN reporta múltiples ventajas. Veamos algunas en diversos campos. Legitima los beneficios que tienen los Estados miembro tales como la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos, mejorando los que ya existen con el Acuerdo de Complementación Económica (ACE 36), con nuevos rubros de exportación. En un ámbito relacionado, la posibilidad de acceso a un desarrollo tecnológico significativo para los propósitos de sustitución de importaciones y también para la diversificación productiva y la superación del extractivismo. La libre circulación fluvial y el acceso a puertos. La coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales. La consolidación de la circulación de personas solo con su documento de identificación personal sin necesidad de pasaporte, así como el derecho de residencia con el beneficio de políticas sociales en el ámbito de la salud, la educación y la jubilación. La integración entre ciudades fronterizas con facilitación administrativa y operativas en migraciones. El uso de licencia de conducir para circular por los países del bloque. Las políticas de superación de asimetrías entre los países miembros con las acciones del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM). Y el acceso con derechos a los órganos del Mercosur.
Pero la reflexión crítica, argumentada y de cautela con determinación, debe también identificar cuidados que pongan cable a tierra, objetivando los entusiasmos. Entre estos cuidados están los desacuerdos para establecer relaciones con terceros, lo que ha puesto en agenda abrir la puerta a negociaciones comerciales bilaterales superando las restricciones; la desproporción en tamaño, recursos y configuración interna de los países; el proteccionismo por la aplicación de barreras paraarancelarias; las asimetrías en cuanto a la productividad, derivadas de los distintos grados de desarrollo e industrialización; la variedad, cantidad y flujo de productos en el mercado; el nivel de infraestructuras desigual; y barreras no arancelarias como el control de cambios.
Obligatorios mecanismos de solidaridad integracionista
Como es sabido, el país tiene hasta cuatro años para armonizar su legislación adoptando la nomenclatura común, el arancel externo común y las reglas de origen de Mercosur, además de diseñar mecanismos para la doble pertenencia y para el rol de bisagra que le corresponde en la articulación entre el Atlántico y el Pacífico.
Autoridades bolivianas anunciaron que negociarán excepciones al arancel externo de Mercosur y que el país se manejará con un sistema de dos nomenclaturas arancelarias, incluida la de la CAN. Ese es el camino adecuado. Las excepciones están reconocidas en este sistema, dándose que Argentina y Brasil tienen 100 códigos de excepción a la nomenclatura común, Paraguay 649 y Uruguay 225. Bolivia tiene que moverse equilibrando su doble pertenencia, desarrollando mecanismos como las geometrías variables y la cooperación reforzada, entre otros, para superar la dificultad del paralelismo normativo en ámbitos de las políticas económicas y sociales, que deben someterse a su análisis y definición sector por sector, programa por programa y norma por norma.
En los sistemas de integración, las geometrías variables reconocen la existencia de diferencias por la heterogeneidad de sus países miembro, y que son necesarias considerar para encarar políticas comunes activando mecanismos de colaboración con flexibilidad y comprensión de las singularidades y de las divergencias. Esto permite mecanismos de facilitación con diversas posibilidades, para que nuestro país pueda regirse en unos casos por la normativa Mercosur y en otros por la de la CAN.
La cooperación reforzada, permite una cooperación más estrecha entre países que desean profundizar en algún aspecto del proceso de integración o proteger sus intereses comunes, en temas que no se pueden alcanzar de manera conjunta. Esto permite avanzar según ritmos u objetivos diferentes, pero en los límites de los tratados existentes y sin afectar las competencias, derechos, obligaciones ni intereses de los Estados miembros que no participan. Se reconocen velocidades distintas, posibilitando que un grupo de países pueda profundizar algún aspecto, y sin excluir a los otros genere condiciones para su posterior incorporación. El 94% de las exportaciones bolivianas al Mercosur representa el gas, se tendrán que trabajar las condiciones para la diversificación que permita mejorar las existentes y ampliar a otros rubros, por tanto, la industrialización es un desafío para el país.
Del mismo modo que en la CAN, Bolivia tiene que dinamizar el trato de nación más favorecida, negociar excepciones en temas, plazos y posibilidades de realización en tiempos diferenciados, gozando de mecanismos de trato especial y diferenciado que viabilizan el desarrollo armónico reduciendo diferencias entre los países y que aceleran los ritmos del desarrollo actuando en conjunto. Desde esta posición, el país tiene que contribuir a que la integración sea no sólo una oportunidad sino una realidad en la construcción de desarrollo sostenible como destino continental común.