Se ha cumplido un año de la guerra de Ucrania, que enfrenta a las potencias mundiales que pretenden consolidar un dominio geopolítico estratégico en la región euroasiática, considerada el corazón de influencia tricontinental (Asia, Europa y África) y eje neurálgico de confluencia o enfrentamiento económico, comercial, religioso, cultural, militar y diplomático como se establece de la experiencia histórica de múltiples guerras, entre ellas las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945).
Desde varios puntos de vista se considera, inclusive, que ya la Humanidad está experimentando la Tercera Guerra Mundial, debido a los efectos globales múltiples de este conflicto. Los países de América Latina y el Caribe se ven constantemente presionados por los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) para asumir una posición favorable a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y al Gobierno de Ucrania, no solamente buscando la censura de la Federación Rusa en la Organización de Naciones Unidas (ONU), sino pidiendo armamento, equipos y municiones para fortalecer a Zelensky.
Los referentes políticos más importantes de la Región, Lula da Silva de Brasil, López Obrador de México, Alberto Fernández de Argentina, Nicolás Maduro de Venezuela, Luis Arce de Bolivia o Gustavo Petro de Colombia, han manifestado claramente que no corresponde asumir una posición de apoyo a las peticiones de Joe Biden o Ursula von der Leyen y que, por el contrario, es necesario mantener la neutralidad o una tercera posición de acuerdo a los intereses y perspectivas propias y soberanas de los países.
La VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en su reunión realizada en Buenos Aires en enero último con la presencia de delegaciones de los 33 países, determinó defender la Región como Zona de Paz, y, al mismo tiempo, apoyar la lucha anticolonial de Puerto Rico por la independencia frente a los Estados Unidos y de Argentina por las Islas Malvinas contra Inglaterra.
Tomando en cuenta que la disputa por la hegemonía mundial está en una coyuntura extrema con las posiciones políticas, económicas, financieras, comerciales y bélicas de los Estados Unidos, la UE, Rusia, China, Irán, Turquía, Israel, entre otros cercanos a los frentes de guerra, y ante la consolidación de un mundo multipolar y policéntrico, América Latina y el Caribe tiene una gran oportunidad de avanzar en la integración y unidad regional como lo plantearon e impulsaron en distintos momentos Simón Bolívar y José de San Martín, José Martí y Manuel Ugarte, Juan Domingo Perón y Getulio Vargas, Fidel Castro y Hugo Chávez, y ahora Lula da Silva y López Obrador.
Más aún cuando se han abierto enormes oportunidades de cooperación Sur-Sur, de consolidación y ampliación del acuerdo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con las posibles incorporaciones de Argentina y México, de fortalecimiento del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) presidido por Venezuela, de la formación de impulso al proyecto de explotación e industrialización del litio, de retomar las banderas bolivarianas establecidas en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y de enfrentar conjuntamente la inflación generada a consecuencia de la guerra y la crisis económica como lo plantean México, Argentina, Brasil y Colombia.
La crisis actual es la oportunidad de conseguir que América Latina y el Caribe se conviertan en protagonistas fundamentales de la construcción de un nuevo orden mundial enfrentando todo imperialismo y defendiendo la soberanía y la dignidad de los pueblos, avanzando más allá de lo realizado entre los años 2000 y 2015.
La guerra de Ucrania en América Latina
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