Modelo educativo boliviano


Retomando largos periodos de resistencias y construcción de alternativas expresadas en experiencias de gran trascendencia como las escuelas indigenales de fines del siglo XIX y principios del XX; la Escuela Ayllu de Warisata de 1931; las propuestas educativas de organizaciones sociales, pueblos indígenas y maestros, principalmente de la segunda mitad del siglo XX; las prácticas y propuestas de la Educación Popular desarrolladas especialmente en América Latina; teorías socioculturales como las de Lev Vygotski; además de una serie de acciones desarrolladas desde 2006, entre las que destacan la organización de la Comisión de Sabios y Expertos; los lineamientos de políticas educativas en el Plan de Desarrollo "Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Soberana para Vivir Bien" 2006-2012; la aprobación y promulgación de la Constitución Política del Estado de 2009; la realización del Congreso Nacional de Educación de 2006; una cantidad apreciable de talleres y encuentros pedagógicos, así como de estudios e investigaciones, realizadas entre 2006 y 2010; y en coherencia con los mandatos de la Ley de Educación 070 "Avelino Siñani-Elizardo Pérez" de 2010, Bolivia — desde la gestión 2015— comenzó a transformar la educación boliviana mediante la implementación del Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo (MESP).

Sí, aunque en estos tiempos se intenta olvidar o ignorar, está vigente el MESP. Esta propuesta se origina, además, en un diagnóstico que, a 2005, verifica que la educación boliviana no tiene relación con la economía, ignora los saberes y conocimientos del pueblo, tiene énfasis en lo cognitivo, confunde la concepción de educación con escuela y, fundamentalmente, mantiene su condición patriarcal y colonial que por largo tiempo hizo "pensar la educación con cabeza ajena" a la realidad nacional. Contra todo lo que ocurrió en periodos pasados, por ejemplo, con la Reforma Educativa aprobada por Ley 1565 de 7 de julio de 1994, que se inscribió en el modelo neoliberal y además que —sin mayor análisis de pertenencia y relevancia con la realidad boliviana— adoptó la teoría y metodología del constructivismo; la implementación de la Ley de Educación 070 y del MESP es expresión de la voluntad y decisión soberana del Estado y de la población, así como del "pensamiento propio".

El carácter del MESP contiene distintos elementos de análisis, por espacio del presente artículo nos concentraremos en un aspecto trascendental para la formación integral de los estudiantes que se ha denominado las "dimensiones del ser humano". Mientras en la educación tradicional sigue vigente el culto a la memoria, la repetición de los conocimientos y lo cognitivo, es más el racionalismo expresado en la mirada única y la consideración de la razón como única forma de conocimiento, el MESP —en consonancia con el "vivir bien"— parte de la concepción de ser humano propio de nuestras culturas y otros estudios que señalan que las personas somos seres holísticos y por lo tanto estamos constituidos por cuatro dimensiones vivenciales: Espiritual (Ser), Conocimiento (Saber), Política (Decidir) y Producción (Hacer). Ser, constituida principalmente por los principios, valores e identidad. Saber, por la capacidad de crear, adaptar y recrear saberes y conocimientos. Decidir, capacidad para asumir la organización, el ejercicio del poder, así como la convivencia con la comunidad. Hacer, creación y producción material e intelectual. Entonces, desde la concepción del MESP, la formación debe ser integral, por lo tanto el currículo no solo tiene que "trabajar" en lo cognitivo, menos únicamente en lo memorístico y repetitivo, sino que también debe contribuir a la formación en valores, principios, fortalecimiento de la convivencia y la capacidad de crear y desarrollar su creatividad. Ahora más que nunca, en tiempos de sindemia y de crisis civilizatoria, esa formación integral es absolutamente necesaria y de alta relevancia.

El modelo educativo tiene muchos avances, pero también la necesidad de hacer varios ajustes fundamentalmente de cómo se profundiza su puesta en práctica. No puede ser que, por tratar solo la continuidad de las actividades educativas, olvidemos la implementación del MESP. Es tiempo de revalorar el Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo, trabajar en su adecuada implementación para cuidar de la calidad de los aprendizajes de los estudiantes.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

Comparte y opina:
Confintea VII: tiempo de propuestas
POR NOEL AGUIRRE LEDEZMA

LA PAZ / 1 de abril de 2022 / 01:16

Como mencionamos en un anterior artículo, la Educación de Personas Jóvenes y Adultos (EPJA) está en debate y en proceso de construcción de propuestas a propósito de la realización de la séptima Conferencia Internacional de Educación de Adultos (Confintea VII) convocada por la Unesco para el 15, 16 y 17 de junio de 2022. En este contexto, estamos retados a generar recomendaciones para que el derecho a la educación con calidad, pertinencia y relevancia de personas jóvenes y adultas se haga efectiva. Así, desde la reflexión del contexto de crisis civilizatoria, efectos de la sindemia y velada arremetida de la cuarta revolución industrial, así como la lectura de la situación, estudios y experiencias de la EPJA en América Latina y el Caribe, la "Plataforma de Redes Regionales por la EPJA hacia la Confintea VII", presenta a continuación un conjunto de 10 propuestas para el futuro de la educación de personas jóvenes y adultos en el mundo, teniendo como premisa que es tiempo de grandes transformaciones de la educación.

1) En tiempos actuales, requerimos una EPJA en, de y para la vida, incluyente, en armonía con la naturaleza, antipatriarcal, descolonizadora y antirracista, orientada a la participación ciudadana, protección de la salud, trabajo digno, seguridad alimentaria y producción, apropiación y uso del conocimiento de toda la población para contribuir a la transformación de las personas y la construcción de una sociedad justa y democrática. 2) Asumir a la EPJA como un derecho humano fundamental a lo largo y ancho de la vida, exigible, irrenunciable, indivisible y autodeterminado para crecer en dignidad y un ejercicio de derechos de todos, que responda a contextos cambiantes y modalidades alternativas. 3) El sentido de la EPJA exige una nueva institucionalidad, gestión integral de los sistemas educativos con espacios formales y no formales, políticas públicas intersectoriales y coordinación interministerial, en el marco de la participación de toda la sociedad. 4) Los Estados tienen que garantizar un financiamiento público y justo para la EPJA, así como transparencia en el uso de los recursos y la cooperación internacional solidaria. 5) La EPJA ha de ser incluyente y diversa, adecuada a los contextos, comunidades, culturas, territorios y poblaciones con diversidades y necesidades específicas: mujeres, jóvenes, adultas/os mayores, población LGTBIQ+; afrodescendientes, indígenas, campesinas/os rurales; personas con discapacidad, privadas/os de libertad, migrantes y refugiadas, teniendo en cuenta la interseccionalidad de sus necesidades y su diversidad cultural.

6) La EPJA tiene que ser intracultural, intercultural y comunitaria, en la que sus procesos formativos valoren y fortalezcan las identidades, cosmovisión, saberes y conocimientos de los pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, así como la convivencia en igualdad de oportunidades con otras culturas, en el marco de la justicia epistémica y el diálogo inter-ciencias. 7) La EPJA debe ser productiva, técnica y territorial, orientada a la producción material e intelectual, al trabajo creativo y creador, a la dinamización de las economías populares, solidarias y de las regiones; en armonía con la naturaleza y sistemas de vida. 8) Se debe garantizar el derecho al uso y conectividad universal y gratuita de las TIC en la EPJA desde la educación popular, evitando el incremento de las desigualdades socioeducativas, culturales y comunicacionales, superando su uso instrumental y la sobrevaloración de la educación virtual; la educación virtual debe asumirse como complementaria de los procesos presenciales y como factor de enriquecimiento de los aprendizajes. 9) Los educadores de la EPJA deben ser reconocidos con condiciones de trabajo dignas, salarios justos y planes de carrera. Asimismo, se debe priorizar su formación y profesionalización, en alianza con las universidades, otras instancias de educación superior y entidades de la sociedad civil. 10) Es vital que se produzcan datos de calidad, diagnósticos amplios y fiables para la EPJA, priorizar la investigación y sistematización de experiencias para la evaluación de las políticas públicas, así como de los acuerdos internacionales; compartir experiencias, la rendición de cuentas, conocer la realidad, introducir mejoras en las prácticas. Contar con observatorios regionales y/o nacionales de la EPJA, así como con la creación de una relatoría especial. ¡Tiempo de propuestas!

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.