Los mensajes y los mensajeros


Relanzar el Ejecutivo, probablemente en agosto, a propósito de los 198 años de fundación de la República, y capturar el instrumento político, en octubre, con motivo del Congreso Nacional del MAS, están marcados en el calendario del arcismo como hitos de este segundo semestre y de la estrategia de reelección presidencial. Requieren firmeza en la decisión política y claridad en la trasmisión de mensajes.

Y es que el relanzamiento de la gestión gubernamental se ha transformado en necesidad antes que en opción institucional. El gobierno de Luis Arce está ante la urgencia de producir una transición de características económicas, políticas y sociales que reinstale en la gente la idea del "postevismo" y deseche la percepción de que estamos asistiendo al final del masismo.

Para materializar una eventual transición económica, se necesitan cuadros e iniciativas que muestren el tránsito de la época del gas a la era del litio, resuelvan los problemas económicos generados en esta gestión y tengan capacidad de interlocución con los sectores productivos, a fin de romper la sensación de aislamiento del Ejecutivo.

La transición política debería suponer la recomposición de la relación con el Legislativo para evitar nuevos traspiés como la censura al Ministro de Gobierno y una desconcentración del poder hacia las regiones, aunque temo que dirigentes de organizaciones cooptadas como el Pacto de Unidad o la COB aparezcan en puestos importantes del Gobierno.

La transición social debería dar paso, por ejemplo, a la irrupción de los jóvenes en espacios de toma de decisiones, aquellos que provienen de sectores populares, pero que son altamente tecnológicos. Podrían ser los grandes exponentes del cambio dentro del llamado proceso de cambio, pero harían tambalear a ministros que se creen la expresión de la juventud.

La transición económica, política y social aparece como el elemento que puede diferenciar a Luis Arce de Evo Morales en la conducción del Estado y del MAS. El mensaje se va configurando. El problema es el mensajero. El concepto de «el mensaje y el mensajero», en términos políticos, se refiere a la importancia tanto del contenido del mensaje como de la figura política que lo comunica.

El mensaje representa ideas, propuestas o argumentos que se buscan transmitir, mientras que el mensajero es el líder que los presenta y con los que trata de cautivar. El mensajero puede influir en la recepción y aceptación del mensaje. El carisma y la trayectoria del mensajeo pueden afectar la forma en que el contenido del mensaje es percibido e interpretado por los receptores.

Por eso, el desafío del relanzamiento del Ejecutivo no es fácil y no tiene que ver solamente con nuevas designaciones, sino con lo que se intente transmitir mediante ese viraje. Lo mismo pasa con la disputa por la conducción partidaria en un Congreso Nacional que, además, se desarrollaría en territorio evista.

Al margen del trabajo de relojería que debe realizar el arcismo para salir victorioso del Congreso o al menos sembrar la división para bloquear a Morales, el mensajero debe expresar diáfanamente por qué quiere tomar la dirección nacional y qué cosas distintas propone a los estamentos del instrumento político.

En las próximas semanas y meses veremos si el mandatario tiene el aplomo y la claridad para encarar ambos retos, sabiendo que al frente tiene a un mensajero experimentado en el discurso político y que ha cumplido su rol de desgastar con acciones y denuncias que buscan inviabilizar al conjunto de la gestión gubernamental.

El relanzamiento del Ejecutivo podría ser, en condiciones de rivalidad interna administrable, un momento para abrir posibilidades a la facción del caudillo, en la línea de buscar la unidad partidaria, pero el punto de belicosidad al que llegaron evistas y arcistas muestra que Morales no dejará de confrontar dentro y fuera del masismo.

Es más, si hipotéticamente Morales instruyera a sus alfiles una suerte de negociación interna, perdería credibilidad ante los suyos y hasta podría sufrir defecciones de cara al Congreso Nacional previsto para octubre. Por tanto, así sea visto como un radical reducido al Chapare, no debe quedar duda de que dará batalla hasta el final para tratar de imponer su candidatura.

Tomando en cuenta los hitos señalados al inicio de este texto, la necesidad de un relanzamiento gubernamental y la captura de la conducción partidaria, el arcismo parece tener el mensaje, pero no al mensajero y, en la vereda del frente, el evismo exhibe un mensajero que es prisionero de su propio mensaje.

Edwin Cacho Herrera es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.