Djokovic levanta su 23º grande y, ya en lo más alto, abrillanta su gran obra

El serbio reduce a un digno Ruud (7-6(1), 6-3 y 7-5) y logra su tercer título en París, que le sitúa al frente de la carrera por ser el más laureado y le devuelve el trono

Se pone pintón Novak Djokovic. Este 11 de junio es fecha señalada y, por tanto, mantiene la costumbre de cortarse el pelo y rematar con un afeitado apurado. Al fin y al cabo, no todos los días se conquistan 23 grandes, el tercer Roland Garros (2016, 201 y 2023), el segundo major del año ni, sobre todo, se asciende a la cima histórica de tu deporte. Trasciende Nole, en una nueva dimensión: 7-6(1), 6-3 y 7-5, en 3h 13m. El pobre Casper Ruud, tres grandes finales y tres derrotas, agacha la cabeza y felicita al de Belgrado, ahora por delante de Rafael Nadal y convertido ya en el jugador más laureado de todos los tiempos. El niño que soñaba con ser Sampras y tener todos los récords los ha devorado. Es el campeón más veterano en París –recogiendo el testigo del mallorquín– y el primer tenista masculino que conquista al menos tres veces cada Grand Slam.
Tratándose de quien se trata, cómo no, se desemboca en este capítulo con la dosis de suspense correspondiente. Porque al principio Nole está, pero no está. Por mucho que parezca un androide, un tenista diseñado bajo un sofisticado programa ingenieril, él también sufre, también padece. Parece haberse quedado en el vestuario. El nerviosismo no entiende de clases ni de pedigrís, de jerarquías, y durante media hora el serbio está irreconocible, a merced del aplicado Ruud, el chico bueno con cara de actor que, de ser tan bueno y tan dócil, está harto y entiende que es el día perfecto para dar el gran golpe y quitarse de encima todo ese buenismo que, paradójicamente, es bueno, pero hasta cierto punto. De vez en cuando no está mal salirse del tiesto. Lo intenta, se malea un rato. Pero el que de verdad es bueno es bueno, y punto.