Ayer, el día que no volverá más


Hace 366 días, en nuestro país no conocíamos lo que era una pandemia y estábamos bajo el mando de un gobierno transitorio que, a nombre de subsanación del daño a la democracia que había significado el desconocimiento de los resultados del referéndum constitucional de 2016 y un supuesto fraude (hasta ahora no comprobado), no tuvo el menor reparo en iniciar persecuciones políticas y violaciones a los derechos humanos que transitaban desde lo absurdo hasta lo ilegal, varias de ellas que hemos podido conocer a detalle recién ahora cuando fueron realizadas inclusive en fechas como la Navidad y el Año Nuevo pasados y que —al final de las cuentas— solo terminaron erosionando más aún la democracia. A partir de ello el único tema que nos convocaba de manera común y en agenda urgente a la gran mayoría democrática del país era la pronta recuperación de la institucionalidad democrática, comenzando por unas elecciones generales que pudieran devolverle al país la certidumbre institucional y política de la que están ungidos los gobiernos que emergen de las urnas: así iniciábamos 2020.

En atención a esa demanda urgente, un renovado OEP convocaba a elecciones generales el primer día hábil del año, un 3 de enero. Cuatro días después, desde China se confirmaba que los extraños casos de neumonía que tuvieron lugar las últimas semanas de 2019, respondían a un nuevo coronavirus que hoy conocemos como COVID-19.

Nuestra urgencia política por atravesar sin pausa el calendario electoral que había establecido mayo como el momento para la realización de unos comicios tan urgentes, terminó siendo abruptamente sorprendida por la llegada de la pandemia a nuestro país, en marzo. Hacia adelante, la crítica situación política solo se iría haciendo más incierta con el pasar de los días en los que se iba agravando, además, una crisis sanitaria.

Entre la crisis política y la sanitaria, fue un año en el que fuimos golpeados por tantas cosas que muchos solo conocían por referencia y que, a una gran mayoría, no habían pegado juntas: injusticia, persecución, riesgo, peligro, miedo, ansiedad, depresión, angustia. Pero así también volvimos a identificar con precisión la trascendencia de todo lo valioso: la democracia, el voto, los derechos humanos, la solidaridad, la salud, el trabajo, el pan, el abrazo.

Hoy es primero de enero y, a diferencia del año pasado, ahora tenemos un gobierno electo pero aún tenemos una pandemia encima que parece tenernos preparados más desafíos como humanidad que aunque, en general, tiene mala fama de no aprender de las experiencias históricas aún puede ser capaz de guardar en un bolsillito de la vida la esencia de tanto espanto y también tanta maravilla que se ha vivido en la piel estos meses.

Lo que irrefutablemente sí queda es esa incuestionable característica del pasado de quedarse inamovible en el camino dándonos la oportunidad de quedarnos inmóviles junto a él o seguir avanzando. Acudo al buen Ángel González para que juntos demos esa vuelta de página y elijamos avanzar sin olvidar: "Por eso mismo/porque es como os digo/dejadme que os hable de ayer/una vez más de ayer: el día incomparable que ya nadie nunca volverá a ver jamás sobre la tierra".

Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka